
El respeto que tenemos por la arquitectura moderna y contemporánea en nuestro país es prácticamente nulo. En las últimas décadas hemos visto caer auténticas joyas del patrimonio arquitectónico español sin que a las instituciones y a la mayor parte de opinión pública en general les haya importado un pimiento.
Hablando de patrimonio español del siglo XX que han desaparecido o transformado de forma radical vienen a a la cabeza rápidamente ejemplos únicos como los desaparecidos Laboratorios Jorba de Miguel Fisac, las Piscinas La Isla de Madrid, obra de Luis Gutierrez Soto o la terrible transformación de los Edificios de SEAT en Barcelona, obra de César Ortiz-Echagüe y Rafael Echaide.