Cumplir 40 años merecía un plan bonito con mis amigas del colegio, las de siempre. Teníamos 48 horas para exprimir y buscábamos algo cercano y cómodo para todas. Hace unos meses, en un frío domingo de invierno, me vino una idea cálida a la cabeza: Altafulla, en Tarragona. Y a partir de ahí organicé una escapada que difícilmente olvidaremos ya que ha sido perfecta.
Altafulla es un pueblo de cuento, sereno y muy mediterráneo que conserva todo su encanto. Y allí llegó un grupo de amigas con sus alegrías y dejando de lado por unas horas sus preocupaciones y sus retos. La escapada está a 15 minutos en taxi de la estación AVE de Camp Tarragona, que siempre suma puntos. Buscábamos la vida tranquila para ponernos al día, así que allí el descanso estaba asegurado.
Los sitios bonitos:
Hablar de Altafulla es hablar de su mítico Castillo de Tamarit, a los pies del mar en un extremo de la playa. Elegantemente impone se poderío y es inevitable no fijarse en él. Allí al borde de la playa y a los pies del castillo, con unas vistas increíbles, fuimos a comer a “Brisa de Tamarit” en uno de los dos días para el recuerdo.
El arroz con bogavante fue como un merecido premio y cuando llegó a la mesa, todas las amigas nos quedamos en silencio. Estaba riquísimo. “Por favor nos gustaría una mesa bien situada ya que es una celebración” mis amigas se reían mucho cuando les contaba cómo había hecho la reserva unos días antes. Hay además una parte más informal para picar que también tiene mucho encanto. Todas nos enamoramos de este sitio. Es inevitable por la calidad de la comida, por las vistas y por lo bonito que es.
El Club Marítimo de Altafulla es un clásico situado con estrategia de pirata. Allí está todo el sabor marinero de pueblo. Algo que me fascinaba era el campo que estaba junto a la playa. Yo no paraba de hacer fotografías…
Y en la azotea hay una zona ideal para el aperitivo o para comer. Tuvimos la enorme suerte que dimos con un concierto de una banda espectacular (siento no saber qué nombre tienen) que tocó los temas más míticos de U2, Nirvana… Nos sentimos todas como en un anuncio veraniego de cervezas porque la escena era tal cual. Y es que el plan estaba siendo perfecto. Tampoco olvidaremos durante el invierno su fideuá.
En la playa del Club Marítimo está el chiringuito con una corta pero acertada carta para comer o picar algo. La verdad que es un lujo por la poca gente que había y estamos hablando de un fin de semana de julio con buen tiempo.
La vida en el pueblo te lleva a Casa Cabestany en el centro del mismo. Este sitio me enamoró por completo. Es el jardín de una casa particular que tiene un encanto francés impresionante y en el que puedes tomar algo o cenar. Es un oasis de belleza y de buen gusto. También allí cenamos en plan de picoteo una de las noches. Lo único es que está abierto sólo hasta las 12:00 de la noche.
Para tomar una copa está El corral o el Faristol que tienen unos espacios al aire libre muy agradables. En el primer sitio estuvimos con mi buena amiga Clara que nos dio su bienvenida ya que lleva veraneando en Altafulla toda la vida. No puede haber mejor embajadora en todos los sentidos.
Para alojarse:
El más bonito es el Hotel Gran Claustre porque tiene todo el estilo del pueblo, es pequeño y está muy bien situado. Las fotos son de su web.
Para familias recomiendo Altafulla Mar Hotel. Es muy reciente, de estilo más moderno y situado a pocos metros de la playa. Pasamos por el restaurante japonés que tienen, Suko, y todas nos detuvimos a verlo. Y para un hotel mucho más económico pero muy muy sencillo es el San Martín que está a 8 minutos andando del Club Marítimo. Al lado del hotel está la pastelería de Angels que hace unos brazos gitanos muy ricos y muchas cosas más, como las cocas o las magdalenas que nos llevamos a casa.
Esta crónica con sabor a escapada mediterránea la dedico a mis compañeras de viaje desde que éramos muy pequeñas. Este plan no sólo quedará para el recuerdo, sino que vamos a intentar hacerlo cada año. Y también esta crónica la dedico a mi buena amiga Clara. No sólo porque que me facilitó todos los sitios bonitos de Altafulla que os he mostrado, sino porque ella es una de esas amigas que despliega una red cuando la vida te da un golpe duro. Gracias a todas por acompañarme.